MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
El que le ha dado seguimiento a las declaraciones del actual Jefe de la Policía Nacional, Mayor General (transitorio) Nelson Ramón Pequero Paredes, tiene que llegar a la conclusión de que fue nombrado en el puesto con un propósito muy distinto al que a ultranza él quiere proyectar.
Con una formación académica, militar y policial digna de encomio y de ser envidiada; como también de una hoja de servicio respetable, este destacado miembro de la dinastía de los Peguero en las filas del cuerpo del orden piensa que puede impresionar a la ciudadanía con sus ridículas medidas, dentro y fuera de la institución.
Sobre las internas, eso de declarar que no aceptaría soborno para la obtención de puestos tradicionalmente lucrativos en el tren policial, se me ocurre que no es menos que vacuencia; él sabe muy bien que de lo que se trata es de algo estructural, un asunto de cultura en la institución.
O, ¿Es que acaso el general Peguero Paredes pretende que la ciudadanía crea que él está libre de toda duda, y que en tal virtud tiene la potestad de tirar la primera piedra? La gente, General, no es tan desconsiderada con las otras gentes. Sobre todo cuando esos otros homo sapiens, no tienen una pizca de los pendejos de que habla el venezolano Arturo Uslar Pietri.
Yo no dudo de sus buenas intenciones; es más, me atrevo a asegurar que en verdad las tiene. Sin embargo, no me sería perdonable soslayar que de esos mismos sentimientos está empedrado el camino del infierno. General, usted tiene unos planes con miras al futuro que lejos de ser institucionales y genuinamente esperanzadores en la lucha contra la corrupción que hay en el estamento policial atizan, como al fuego, la suspicacia.